22 de octubre de 2011

Profesores y profesores

He tenido muchos profesores: desde profesionales como la copa de un pino que te ayudaban en todo lo que podían a personajes prepotentes que te amargan la existencia. Voy a contar dos anécdotas relacionadas con todo esto, primero una mala experiencia y luego al revés, para acabar con buen sabor de boca.
La primera me ocurrió en 2ºde Bachiller en clase de Valenciano. La profesora repartió un examen y se olvido de sumarme un 0'5 a la nota final, que era un 4, aunque con el 4'5 también suspendía la evaluación. Después de comentárselo me dijo que el 0'5 ese lo había puesto yo, le dije que si no me lo quería poner daba igual porque la evaluación me seguía saliendo suspendida, pero me dijo que eso no iba a quedar así porque había tratado de engañarla, subiendo su tono de voz considerablemente. En ese momento decidí irme a ver a la jefa de estudios, pero solo dijo que eso lo teníamos que aclarar entre nosotros. Cuando intente hablar con la profesora solo sabia repetir que dijese la verdad y dejase de engañarla. Así que decidí no decir nada más. Esa evaluación la suspendí, y aunque la recupere, en la evaluación final solo obtuve un 5, no se si merecido, pero la cosa quedo así.
La segunda anécdota hace más años y no la recuerdo tan bien. Era tercero de primaria y por aquel entonces leía muy bien. Entonces una profesora, la tutora, me llevo a otra clase, 5º creo recordar, donde ella también daba Lengua y me hizo leer un texto. Les dijo que todos deberían leer mínimo como yo, me hizo sentir orgulloso de mi mismo.
La primera profesora intento no cruzarmela por la calle para no tener que saludarla, sin embargo, a la segunda, cruzo de acera para preguntarle como le va.
Pienso que todo profesor debe estar contento con su trabajo, ayudar a los alumnos en todo lo que pueda, rectificar si es necesario y adaptarse a las necesidades. Una persona que sabe mucho no necesariamente sera un buen profesor, y un profesor no hace falta que sepa mucho para ser bueno.

1 comentario:

  1. Gracias por compartir tus historias. Al final, lo que vivimos son historias. Las tuyas me parecen de frustración, impotencia y autoestima. Fíjate todo lo que puede hacer un docente con nuestras historias. Y esas historias, y otras que puedas oír, seguro que harán mucho por ti como educadora.

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