Aprovechando que el viernes vimos varias escenas de la película "La clase", y dado que soy un gran aficionado al cine me gustaría comentar varias películas que siguen un guión similar. Clases problemáticas, profesores que no se rinden, claustros radicales...
La primera de ellas es "Mentes peligrosas", la cual causo un gran revuelo en su estreno. Era un tema de moda en EE.UU. pero nadie había llevado a cabo una cinta como esta acerca de los problemas en las aulas, sobre todo en los barrios marginales. El argumento es predecible, pero la película es creíble y emotiva. Se tratan diversos valores educativos, por lo que creo que es un film interesante de ver.
En mi opinión la cinta esta bastante bien, es entretenida de ver, en ningún momento se hace pesada, y sobre todo los valores que trata y como la protagonista, Michelle Pfeiffer, consigue interactuar con un grupo difícil.
Sinopsis: Una inexperta maestra es contratada como profesora de un grupo de chicos difíciles, cada uno de los cuales es un problema social en sí mismo. Pero, aunque la tarea es difícil y la rigidez de la dirección del centro no ayuda, la voluntariosa maestra intentará que los chicos lleguen a graduarse.
Siento no haber encontrado un vídeo mejor, pero no hay mucho más.
Os animo a dar vuestra opinión a todos aquellos que hayáis visto la película.
Algunas personas quieren que algo ocurra, otras sueñan con que pasara, otras hacen que suceda. Michael Jordan
28 de noviembre de 2011
25 de noviembre de 2011
¿IDEOLOGÍAS OPUESTAS? (I)
Hablando de ideologías en clase y haciendo una puesta en común en grupo acerca de qué opinión nos merecían, reflexionando acerca de sus semejanzas, diferencias, beneficios, perjuicios, nos hemos dado cuenta que están unidas estrechamente, más allá de los pensamientos implícitos que todas ella llevan, comparten unas ideas que ahora vamos a destacar:
Rendimiento vs Recreacionismo:
Si bien el rendimiento es un tema sobre el que hemos reflexionado ya, el recreacionismo se podía etiquetar como el polo opuesto, es decir, lo importante es divertirse, todo aquello que no sea divertirse por divertirse desvirtúa el ejercicio o la actividad. Y es que si criticábamos el exceso de presión a la que estaban sometidos los niños debido a la sociedad elitista en la que estamos sumergidos, no deberíamos despreciar tampoco la corriente que muchas veces observamos en las aulas en la que para que algo tenga que ser educativo ha de ser divertido. En muchas ocasiones las aulas se ven inmersas en un clima divertido, en muchas ocasiones es cierto que muy propicio para el aprendizaje, pero el problema viene cuando le damos una vuelta de tuerca y es cuando lo que importa no es el fondo teórico de la clase impartida sino las formas con las que se imparten, cuántas veces hemos llegado a casa y nos hemos encontrado con la pregunta ¿qué tal en clase? A la cual se contesta: me lo he pasado muy bien. ¿y hoy que has aprendido? Cuya contestación es: mmmmmm……hemos jugado.
Y es que por lo menos, a priori, la ventaja del recreacionismo frente de la ideología del rendimiento es que es más satisfactoria para el alumno, por lo menos "a corto plazo", pero la ideología de divertirse por divertirse puede tener problemas, no tan opuestos por otra parte al rendimiento. Si por una parte tenemos una clase donde la burla y el cuchicheo por los errores de los compañeros están a la orden del día, por otra parte nos podemos encontrar con la carencia de un mínimo de seriedad para dar la clase, sin una involucración activa por parte del alumnado y una despreocupación por la materia en sí en la que realizar. En ambas clase aquel alumno aplicado que pretende esforzarse puede verse cohibido bien por un exceso de interés en comparación con el resto de sus compañeros, o bien, como está expuesto en la reflexión anterior, por miedo al ridículo.
Ambas son ideologías, ambas son hegemónicas, ambas están arraigadas en nuestra sociedad, y ambas embrutecen el ambiente en las aulas, únicamente por llevar al extremo dos constructos sin los cuales el ejercicio y la actividad física quedarían mermadas, el afán de superación y el ejercicio como actividad catártica. Dos constructos que deberían ir implícitos en el contexto de la educación física.
20 de noviembre de 2011
IDEOLOGÍA DEL RENDIMIENTO. ¿Cómo se manifiesta?
En muchas ocasiones las clases de educación de educación física se presentan como un problema para aquellos "zoquetes motrices" que ven en esa hora un sinfín de malas experiencias motrices que pueden conllevar implícitamente al aislamiento y a sufrir la vergüenza del ridículo experimentado en los contextos prácticos de la asignatura.
Estos episodios son frecuentes en las clases de educación física y es esto lo que llama la atención, y es que ya se toma como normal la risa y la burla ante un ejercicio mal ejecutado, ya es normal una carcajada ante un traspiés, ya es normal un cuchicheo ante un mal lanzamiento, va siendo cada vez más normal el miedo a ser voluntario a la hora ejemplificar un ejercicio, ya es normal que cada vez sea mayor el miedo al ridículo, continuamente se mina la moral de los alumnos, y es que en un curso nadie está exento a la burla, pero lo curioso es que es normal. Es en este punto cuando observamos la hegemonía de la ideología del rendimiento, es decir cuando todos los episodios comentados antes son considerados como naturales y ya arraigados a nuestra cultura. Me quedo con el término expuesto por Sparkes de "perspectiva deportiva" y es que las clases se convierten en buscar unas soluciones resultadistas ante un problema motriz, igual que en muchos deportes, en muchas ocasiones prima la eficacia ante la eficiencia, es decir, salir airoso de la demostración de la voltereta ante todos tus compañeros, en vez de quedarse con los patrones motrices del ejercicio. Y es que como definen Molina y Beltrán, (2007) la ideología del rendimiento hace referencia al conjunto de ideas, valores, compromisos y prácticas, basadas en el deporte competitivo y de élite, que conciben el resultado y la victoria como el principal propósito de las actividades físico-deportivas. Con esto observamos una directa relación entre la ideología del rendimiento y el aislamiento que sufren algunos alumnos ante la incapacidad a realizar correctamente algunos ejercicios en las clases de educación física.
No con esto se debe desviar ni desmerecer el componente rendimiento motriz en las clases de educación, sino rebajar el nivel y el carácter competitivo que existe, ya como algo normal, en las clases de educación física. Y es que se está radicalizando la postura de ganar es lo importante, no importa los medios utilizados, sino el resultado de la actividad, y esta idea maquiavélica de la actividad física sumada al carácter elitista de la sociedad conlleva en muchas ocasiones a ejercer una presión desmesurada a niños cuyos objetivos son aprender a dominar su cuerpo mediante actividades en las que fomentamos un ambiente de positivo de interacción social que no debemos desprestigiar únicamente por reafirmar algunos aspectos elitistas en según qué situaciones físico-deportivas.
7 de noviembre de 2011
¡Si ya no me acuerdo de lo que estudié el año pasado!
Este video hace referencia a la situación anacrónica que vive la escuela hoy en día. El sistema educativo sigue enfocado en la época industrial y se va repitiendo de generación sin atender a las necesidades de expansión y creatividad de los niños.
Muchos modelos de enseñanza se basan en la repetición "como loros" de temas que, aprendidos de memoria, carecen de sentido para el alumno, pero que sirven para cumplir, incluso con nota, el examen y que en muchos casos el profesor se ponga medallas de sus éxitos como docente.
Me acuerdo que tuve un profesor de educación física en 1º E.S.O. que hizo que me aprendiera una serie de reglas del balonmano, habían varios apartados y cada apartado se subdividía en diferentes reglas ordenadas alfabéticamente. Pues lo cierto es que cada apartado llegaba mínimo a la Q) (esto aún me tiene traumatizado) y allí que nos tocó a todos aprendernos una serie de normas absurdas acerca de un deporte que la mayoría de gente no sabía practicar y a otros muchos les importaba poco. Muchos tuvieron que repetir el examen y a los que aprobamos no nos sirvó de nada porque en la práctica del día siguientes seguiamos cometiendo las mismas faltas o incluso más que cuando no nos habíamos "aprendido" las reglas.
2 de noviembre de 2011
Qué dificil es saber lo que no se sabía
Fragmento del libro "Mal de escuela" de Daniel Pennac
Le escucho y he aquí que se lanza a una clase magistral, subido a una tarima, absolutamente seguro de sí mismo, de la que se deduce, si le comprendo bien, que la verdadera naturaleza del «ello» residiría en el eterno conflicto entre el conocimiento tal como se concibe y la ignorancia tal como se vive: la incapacidad absoluta de los profesores para comprender el estado de ignorancia en el que se cuecen sus zoquetes, puesto que ellos mismos eran buenos alumnos, al menos en la materia que enseñan. El gran defecto de los profesores sería su incapacidad para imaginarse sin saber lo que saben. Sean cuales sean las dificultades que han debido superar para adquirirlos, en cuanto los adquieren sus conocimientos se les vuleven consustanciales, los perciben corno si fueran evidencia («¡Pero es evidente, vamos!»), y no pueden imaginar que sean por completo ajenos a quienes, en ese campo preciso, viven en estado de ignorancia.
—Tú, por ejemplo, que tardaste un año en aprender la letra a, ¿puedes hoy imaginarte sin saber leer ni escribir? ¡No! Como ningún profe de mates puede imaginarse ignorando que dos y dos son cuatro. Pues bien, ¡hubo un tiempo en el que no sabías leer! Chapoteabas en el alfabeto. ¡Eras lamentable! ¿Te acuerdas de Djibuti? ¿Puedo ahora recordarte la época, no tan lejana, en la que te parecía que Alice, tu hija (hoy por hoy mayor lectora que tú), leía de muy mala gana los primeros textos que la escuela plantaba ante sus ojos de niña? ¡Imbécil! ¡Padre indigno! ¡Habías olvidado que esta dificultad era la tuya! ¡Y que, en este terreno, tú habías sido infinitamente más lento que tu hija! Pero he aquí que, adulto ya y sabiendo, el señor se mostraba impaciente con una chiquilla que estaba aprendiendo. Tu saber de profe y tu inquietud de padre sencillamente te habían hecho perder el sentido de la ignorancia.
Le escucho, le escucho. Lanzado a semejante velocidad, sé que nada podría ya detenerle.
—¡Todos los profes sois iguales! ¡Lo que os faltan son cursos de ignorancia! Os hacen pasar toda clase de exámenes y de oposiciones sobre vuestros conocimientos adquiridos, cuan do vuestra primera cualidad debiera ser la aptitud para concebir el estado de quien ignora lo que vosotros sabéis. Sueño con una prueba del CAP o de licenciatura donde se pidiera al candidato que recordase un fracaso escolar (un brusco bajón en mates, por ejemplo, a los catorce o quince años) e intentara comprender lo que le había ocurrido aquel año.
—Acusaría a su profesor de entonces.
—¡Insuficiente! Lo de que la culpa es del profe me lo conozco, lo he utilizado. Habría que exigir al candidato que buscara en lo más profundo, que realmente intentara descubrir por qué falló aquel año. Que busque en sí mismo, a su alrededor, en su cabeza, en su corazón, en su cuerpo, en sus neuronas, en sus hormonas, que busque por todas partes. Y que recuerde también cómo lo ha logrado. ¡Los medios
que ha utilizado! ¡Los famosos recursos! ¿Dónde se esconden sus recursos? ¿Qué aspecto pueden tener? Iré más allá, habría que preguntar a los aprendices de profesores las razones por las que se han consagrado a esa materia y no a otra. ¿Por qué enseñar inglés y no mates o historia? ¿Por preferencia? Pues bien, que hurguen un poco entre las materias que no prefieran. Que recuerden sus debilidades en física, su nulidad en filosofía, sus falsas excusas en gimnasia. En resumen, es preciso que quienes pretenden enseñar tengan una clara visión de su escolaridad, que sientan un poco el estado de ignorancia, si quieren tener la menor posibilidad de sacarnos de ahí.
—Si comprendo bien, ¿sugieres que los profesores se recluten entre los malos alumnos más que entre los buenos?
—¿Por qué no? Si lo han logrado y recuerdan el alumno que eran, ¿por qué no? ¡A fin de cuentas, me debes mucho!
—…
—¿No?
—…
¿No? A mí me parece que en materia de enseñanza me debes muchas cosas. Necesitaste ser un antiguo zoquete para convertirte en profe, ¿no? Sé honesto. Si hubieras brillado en clase, habrías hecho otra cosa. De hecho, has regresado al basurero de Djibuti, disfrazado de profe, para sacar de allí a otros zoquetes. ¡Y lo has conseguido gracias a mí! Porque sabías lo que yo sentía. También eso era saber, ¿no crees?
Este texto extraído del libro de Daniel Pennac "Mal de escuela" refleja lo dificil que es explicar una materia que conoces en profundidad a una persona que es principiante en ese tema. Nos remontamos a casos muy conocidos como explicarle a un niño cómo leer, o cómo atarse los cordones; por mucho que sepas cómo se hace, tienes que tener la habilidad de saber explicarlo, sino tus conocimientos sobre la materia se quedan en el aire. Por lo tanto la idea de que el profesor ha tenido que ser mal estudiante no es tan mala si hablamos de la empatía que tendrá el profesor con la situación de un alumno. Pero no necesariamente el profesor ha tenido que ser mal estudiante, ¿Quién de nosotros no ha tenido problemas en el al menos una asignatura? simplemente es recordar que sentíamos en aquel momento y qué es lo que necesitábamos del profesor, y eso que necesitábamos proporcionárselo al alumno.
Y hasta aquí la introducción sobre el tema que trataremos el viernes acerca del fragmento del libro que más nos haya gustado.
Y hasta aquí la introducción sobre el tema que trataremos el viernes acerca del fragmento del libro que más nos haya gustado.
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